Capítulo I
Otra vez, todo comienza
Nada. Nada es lo que encuentro. Porque miro por la ventana y sólo encuentro un estúpido vacío que me envuelve. Miro en el piso y no encuentro otra cosa que más vacío. Asi que, definitivamente éste no es el lugar en el que busco.
En los peores momentos, siento como si no fuera a encontrar mi sitio en el planeta porque en el planeta ya no había sitio para mi. Y, cada vez con más frecuencia, sufría una pesadilla así, cosa que me desanima bastante.
Pero la gente dice: "la esperanza es lo último que se pierde" y, la esperanza es lo último que he de perder. O si por algún casual la pierdo, espero reencontrarme con ella pronto.
En todo esto reflexionaba cuando de repente mis pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta. En el rellano se encontraban un niño, y una mujer que a judgar por su edad y el parecido a la criatura, debía ser su madre.
-¡Buenas tardes!- Exclamó la mujer.- Soy Marta, y éste de aquí es Rodrigo.
Su madre estaba ansiosa por entrar a cotillear en mi piso, por lo que la invité a pasar y me sometió a su interminable interrogatorio.
Sin embargo, tdas mis contestaciones fueron automaticas y sin pensar, porque toda mi atención se centraba en aquel chaval. En aquella expresión de aburrimiento y antipatía de la capa exterior de su rostro. En cambio sus ojos, de un hermoso color avellana, se mantenían alerta y estaban tan ansiosos por descubrir el mundo qe les rodeaba como su madre por saber qué motivos me habían llevado a mudarme a aquel barrio.
Ese niño me dejó tan profundamente intrigada que me planteé quedarme más de lo previsto en la ciudad.
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